El manipulador(a) de alimentos debe conocer la responsabilidad que tiene en la prevención de las enfermedades de transmisión alimentaria en su trabajo. Para ello no son suficientes las inspecciones sanitarias. Es muy importante la responsabilidad al cuidar la higiene personal y la de su entorno, desechando los hábitos incorrectos y adquirir prácticas que eviten contaminaciones alimentarias, ya que éstas no se aprecian a simple vista y por tanto, no avisan de su peligro para la salud. La persona que se dedique a trabajar en el ámbito de la restauración, venta, distribución directa o indirecta de los alimentos tiene que ser muy exigente consigo mismo y con las funciones que realiza. Por eso, tiene que evitar en su trabajo hábitos cotidianos que puedan contaminar los alimentos como: • Rascarse la cabeza • Restregarse los ojos • Tocarse la nariz y las orejas • Probar los alimentos con una cuchara usada • Trabajar con las manos sucias • Fumar, mascar chicle y comer • Toser y estornudar