Se puede afirmar después analizando la historia de la psicología que siempre se produce una tendencia interna a convertirse en sectas y “psico teologías” de diferente orden e intensidad, pero que tratan de mantenerse en el tiempo y cuando no, tratan de construir una cierta apariencia de “seriedad institucional o profesional”, aquí entran los rituales.
En esta área encontramos que los momentos de discusión se convierten en pequeños círculos de acólitos, generados por estas mismas “sectas” pseudo institucionales que tratan de mantener con sus prácticas y con su ritualidad discursiva, una tendencia que se mantenga en el tiempo dando como surplus la impresión de tradición, seguridad y verdad tanto a sus portadores (terapeutas) como a sus consumidores y acólitos (clientes).
En este ámbito de trabajo y realidad las teorías, independientemente de su carácter explicativo, a final de cuentas sirven a esto, a tranquilizar a quienes las usan y las interiorizan, al no ser asumidas por lo que son: “teorías”, mapas, hipótesis, figuras conceptuales, sino como verdades a defender a capa y espada, porque las convertimos en parte de nuestra identidad.
Es de resaltar que, en este panorama de crisis de los dogmas psicológicos como estructuras afianzadas en verdades indiscutibles, llámense freudismo, junguianismo, conductismo, cognitivismo, lacanianos, gestaltismo, bioenergetica, etc., se hace ilusoria la discusión transversal, ya que cada uno de estos “conjuntos teórico explicativos” a final de cuentas evolucionan como dogmas y puntos de fe encerrados en sí mismos. Y estas “psico teologías” no solamente están separadas por visiones diferente de la realidad y de cómo acercarse (preguntarle) a esta, sino por un universo semántico diferente que les impide interactuar y comunicarse entre sí. Son tribus que hablan lenguas diferentes.
Lo interesante de esto último, es que, si aún desde afuera este “cierre semántico” puede ser visto como una debilidad, para cada una de estas psico teologías aparece como una fortaleza y de nuevo una seguridad.
Y en medio de este separación e incomunicación nadie se da cuenta que le están haciendo el juego a un sistema que reconvierte todo en la ilusoriedad de la mercancía, transmutándolo a través del mecanismo imparable de la moda y del mercado.
Por ejemplo, el psicoanálisis, en cualquiera de sus “sectas” o variantes discursivas, en cuanto teoría de la personalidad o como praxis, al moverse en su visión y dándola como cierta y absoluta, se convierte en método de pensamiento objetivante que es una forma de conocer y relacionarse con el mundo que fragmenta y cosifica la realidad. En lugar de comprender los fenómenos en su complejidad y dinámica, el pensamiento objetivante los reduce a objetos estáticos y aislados, perdiendo de vista su carácter interconectado y en constante transformación.
Además asume como parámetros los comportamientos de la actual época histórica, y haciendo así asume de una forma acrítica la misma concepción antropológica que sostiene el sistema capitalista y lo legítima al interpretar y reducir la problemática individual a términos solamente personales y pulsionales.
Lo cierto es que las principales psicologías o psico teologías no se confrontan conscientemente con el marco histórico-ideológico en el que viven. La praxis social la asumen tan natural como un coco en la playa.
Lamentablemente ninguna “psico teología” escapa a esta situación, todas se autoconstruyen como realidades en si con una liturgia, un lenguaje especifico y hasta iniciático (ejemplo el lacanianismo, o los kleinianos por ejemplo) que mantiene la impresión de manejar un conocimiento “en sí” solo transmisible a otros iniciados que han pasado por toda una serie de pruebas rituales (los años de análisis por ejemplo) y que se mantienen en la reproducción de lo que entienden como verdades y como interpretación de la verdad.
Todo este juego de rituales, dogmas, creencias y recreación de relaciones de poder se da en un marco histórico especifico, en el de la potencia del mercado en donde todo tiene un precio. Porque justamente estas “psico teologías” tienen un valor en el mercado a través de los costos de sus consultas, seminarios, libros, encuentros, etc. Y todo lo que hagan ellas para consolidar/mantener/vender su imagen en ciertos sectores tiene implicaciones monetarias y más ahora cuando todo tiene un precio.
Solo a modo de ejemplo, el lacanianismo se vende muy bien en los sectores de la burguesía y del estudiantado de psicología. O la Gestalt se vende muy bien en esa franja de clase media y profesionales que quieren actualizarse, no están contentos con su máscara social o quieren intervenir en sí mismos o también tienen aspiraciones de trabajo en el área terapéutica.
Con los cognitivos conductuales el análisis se complica porque esencialmente atrae estudiantes y psicólogos que generalmente necesitan no de estructuras explicativas, sino más bien comprensivas y prácticas, muy cercanas al imaginario industrial, cadena de montaje, recursos, etc. Lo cognitivo conductual es una estructura simple de instrucciones, reglas y pasos a seguir que es efectiva y por eso viene escojida.
Pero todas son estructuras explicativas que te tranquilizan y reaseguran en este mundo de incertidumbres, y nen la practica terapéutica.
El archipiélago mutante de la "autoayuda"
En otra área de la realidad transversal a las demás, encontramos un inmenso entramado en constante mutación por los requisitos y necesidades del mercado y el consumo, área constituida por las teorías y prácticas de la llamada autoayuda.
La industria de la autoayuda ha proliferado en las últimas décadas, ofreciendo una amplia gama de productos y servicios que prometen soluciones rápidas y sencillas a los problemas personales. Si bien algunas herramientas de autoayuda pueden resultar útiles, es importante cuestionar su enfoque individualista y mercantilista. Al reducir la complejidad de la experiencia humana a problemas individuales que pueden ser resueltos a través de técnicas y consejos, la autoayuda a menudo ignora las raíces sociales y estructurales del sufrimiento.
Este entramado se presenta como un inmenso archipiélago de teorías explicativas, prácticas y técnicas en constante ebullición, que viene a llenar un vacío de sentido tanto a nivel espiritual (que no logran cubrir las religiones) como a nivel de la incertidumbre que genera la cotidianidad individual.
Sin desconocer muchos aportes importantes que hacen vida en este archipiélago, debemos señalar que este fenómeno mutante se ha dejado fagocitar por los procesos del mercado y el consumo, convirtiéndose sus teorías y prácticas en modas que van sobreponiéndose unas a otras en una carrera constante hacia objetivos aparentemente espirituales, pero que a final de cuenta son portadores de contenidos ideológicos del capitalismo, como el éxito, la prosperidad, la felicidad, la salud, etc.
Si en el capitalismo se nos entrena en la búsqueda del apagamiento a toda costa de los deseos manipulados por el consumo, en la autoayuda se evoluciona hacia el apagamiento de la incertidumbre frente al dolor, muerte y el sentido de la vida a través del consumo de momentos de “inspiración”, de ilusión, de esperanza, de frases espirituales, pero siempre consumibles y luego reconfigurables, para luego dar espacio a un nuevo formato de libro, de taller, de experiencia, en una carrera espiritual continua “donde el cielo es el límite”. Este es un buen ejemplo de cómo el capitalismo lo convierte todo a su imagen y semejanza.
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