La mayoría de seres humanos, como seres sociales que somos, necesitamos dosis de contacto y amor en nuestras vidas y en nuestros días. En estos momentos de incertidumbre y cuarentena, es, completamente, normal que nos sintamos débiles alguna vez (al igual que nos sintamos fuertes, en otras).
Debemos entender que la debilidad puede ser adaptativa en algunos momentos, al igual que la fortaleza. Romperse o ser fuerte dependerá de muchos factores: según la situación (si nos afecta directa o indirectamente), según nuestros rasgos de personalidad (unos les da por hablar, otros por llorar, comer, beber, jugar a través de internet, etc), nuestras emociones, pensamientos, etc.
Es importante tener presente que ceder al amor, a la debilidad, poder mostrarnos tal y como somos, sin corazas, sin protección, nos permite liberarnos. Muchas veces, esos que parecen más fuertes o los que parecen sufrir menos, no son más que personas con una capa (o varias) de orgullo, seguridad, prepotencia y mil cosas más… su capa se convierte en su mecanismo de defensa para no sufrir. Si nos paramos a reflexionar, no resulta nada fácil diferenciar una persona débil de otra que no lo es.
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