Supongamos que yo quiero que Fernando me escuche, que me abrace, que esté conmigo pero, Fernando no quiere. Entonces, en lugar de quedarme llorando, en lugar de manipular la situación para obtener lo que él no quiere darme; llamo a una amiga. Yo, en aquel momento, no me basto pero, tampoco dependo de Fernando. Yo sé qué necesito a alguien y si él no quiere, quizás María Inés...
Esto es no depender de la relación. Saber que yo necesito de mi pareja (en determinados momentos), que no soy autosuficiente pero, puedo llevar dirigir la necesidad de compañía en otras personas que no sean Fernando.
Y si, al cabo del tiempo, Fernando no tiene para mí lo que necesito y, tampoco, María Inés, quizás pueda seguir buscando otras personas para sentirme acompañada.
¿Dónde sea? Sí, donde sea. A través de un curso de pintura o un taller de cocina, por ejemplo. En el salón de nuestra casa, lo tendremos algo complicado si solo nos dedicamos a ver la tv (aunque desde casa, podemos estar conectados a una app para conocer a gente).
Debemos tener en cuenta que somos los protagonistas de nuestra propia vida. Pero atención: sentirnos protagonistas, no implica colgarnos siempre del cuello de la misma persona. Eso da como consecuencia: "La Asfixia".
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach Especialista en Nutrición y Salud
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