Una mentalidad fija asume que la inteligencia y las habilidades son en gran medida estáticas o con poco margen de mejora y progreso y por tanto el éxito procede de la aplicación de dichas cualidades. Cualquier problema o fracaso es interpretada como falta de capacidad y, por tanto, de frustración.
Una mentalidad de crecimiento asume que gran parte de nuestra inteligencia y habilidades son desarrollables y que se desarrollan precisamente a través de los desafíos y los fracasos.
En este sentido, no debemos compararnos con nadie (no a la comparación social). Todos tenemos nuestras fortalezas y nuestras áreas de mejora. Quizás necesitemos más tiempo en determinadas áreas pero, no debemos tirar la toalla. Cada día lo podemos hacer mejor, si visualizamos lo que queremos conseguir y si nos planteamos adecuadamente los objetivos (no podemos ser campeones de algo de la noche a la mañana, requiere esfuerzo y constancia). Nuestro cerebro es muy plástico y siempre podemos desarrollar nuevas habilidades y adquirir nuevos conocimientos.
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