Había una vez, en un sitio más surrealista que en el que vivimos (y eso ya es decir), un curador de almas, que como su nombre indica estaba destinado a sanar las almas atormentadas. Aquí, en la Tierra, tenemos las pastillas de la depresión o los psicólogos, en ese mundo, ni las pastillas ni los psicólogos servían para nada, todos los tristes se servían de las manos del curador para estar mejor.
En ese mundo, el curador de almas tenía tantos pacientes que solo atendía a grupos de 50 personas, sí, las pobres almas tenían que ir juntas.
El curador, tenía un hijo, fruto de la unión con Mar, una sirena terrenal (a veces, a esta le daban dolores de cabeza, pues no estaba en el mar y, estar en tierra era cosa de años, costaba lo suyo habituarse), al que llamaremos Nico. Este niño tenía una extraña enfermedad, pues podría morir si no le daban su ración de chocolate diaria. Razón por la cual, los pacientes del curador de almas, le daban un bombón diario como forma de pago (el chocolate era muy caro).
Un día, su hijo empezó a encontrarse mal y a vomitar una sustancia amarilla con olor fétido. Como padre, se preocupó mucho y lo llevo corriendo al médico llamado corpóreo (al ser un hombre sapo muy gordo y voluminoso). El señor corpóreo les dijo que su hijo se moría y se lo llevaron, tristemente, a casa. No se sabía la causa. Moriría a las pocas horas.
No obstante, por el camino (o río de lo mucho que lloraban, el curador y la sirena, por la muerte anunciada de su primer hijo), se encontraron con el grupo de los 50 pacientes. Estos a grito pelado le dijeron que sabían la causa de los males de su hijo y abriéndole la boca al, débil y moribundo niño, le metieron un bombón.
Resulta que el día anterior, después de la visita, al tonto del grupo de tristes se le olvidó darle a Nico su cura, dejando el bombón en su bolsillo y poniendo en peligro, así, la vida del pequeño.
Moraleja: a veces, si no tenemos nuestra dosis de X, parece como si nos muriésemos.
Un adicto no es solo alguien quien consume drogas duras o determinados fármacos. Se trata, en esencia, de comportamientos no ajustados donde una persona genera una dependencia física y psicológica hacia una sustancia o hacia una determinada conducta. Dando como resultado una incapacidad para desenvolverse con normalidad en su vida, pérdida de la salud y sufrimiento.
Y colorín colorado...
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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