Un día más devorado y un día menos, en la tierra de la tribu de los pies negros (porque iban todos descalzos), existían los leones de color púrpura con gafas. Esta especie extraña pasaba su mayor parte del tiempo, tranquilos, fumando pipas de agua.
Iba a ser una noche especial, bajo el cielo estrellado de la sabana, ya que nació un pequeño león con un peculiar súper poder. El poder de la invisibilidad. Era un don de la evolución ser un león camaleón. Este era capaz de volverse invisible a los ojos de su misma especie e incluso de otros ojos observadores.
Los ojos observadores, no tardaron en aparecer. Eran de la tribu de los pies negros, habían encontrado el escondite de los leones y los querían matar a todos. Por mera diversión, pues, los de esta tribu eran, realmente, malos.
Y, después de escuchar varias risitas desenfadadas, rompiendo el silencio de la fría madrugada, los indígenas de los pies negros masacraron todos los leones que vieron, extinguiéndolos. A excepción del pequeño león camaleón, que valiéndose de su poder, triste, huérfano e invisible, se fue corriendo dejando un montón de diminutas huellas.
La tribu de los pies negros no tardó en darse cuenta de que existía un superviviente, pues, el pequeño león devoraba todos los dulces que los indígenas hacían para alimentarse, dejando, únicamente, los envoltorios.
La rabia de la tribu de los pies negros fue tal que empezaron a montar grupos de expedición con guías cualificados pero, sin éxito, no podían averiguar dónde podría estar el león camaleón.
Al de ser un paraje lleno de peligros, la cualidad del león le hacía ser un auténtico superviviente. Se movía aquí para allá. Podía estar las 24 horas con el poder de la invisibilidad, manteniéndose, de esta manera, seguro. No obstante, su poder, era cansado y necesitaba consumir una gran cantidad de dulces para que fuese efectivo.
Pasaron 5 años y el león pensó en tomarse un respiro. ¿Por qué seguir huyendo con su poder de invisibilidad? Ya había crecido, era un león, podía comérselos a todos.
Moraleja: determina si el problema es real o producto de nuestra imaginación.
Cuando el problema es real, el miedo nos lleva a la acción y a resolverlo, nuestra mente se pone en modo solución y la ansiedad no existe, se convierte en energía enfocada en la solución. No obstante, muchas veces, tenemos problemas que no están pasando pero, nuestra mente nos dice que podrían pasar. Como está dentro de nuestra imaginación, los tratamos allí y no resolvemos nada; solo le damos vueltas una y otra vez al problema. Las rumiaciones, nos lían, nos bloquean, nos hacen invisibles, poniéndonos, siempre en un lugar seguro. Determinar si estamos ante un problema real o producto de nuestra imaginación, puede ayudar a dirigirnos a la acción. En el caso de león, el miedo no era real, tenía miedo por sus experiencias previas (la tribu era peligrosa porque lo fue en su día pero, no valoró si ahora, como león adulto seguía siendo esta una amenaza).
Y colorín colorado...
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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