En lo referente al comportamiento sexual tenemos patrones de activación que están determinados por la biología. El efecto Coolidge explica que tanto hembras como machos mamíferos experimentan un alto y continuo rendimiento sexual cuando aparece un nuevo compañero sexual. La dopamina se reduce con la pareja de siempre (habituación) y aumenta con alguien nuevo. Con la pareja, se activa el cingulado anterior, responsable por la empatía, confort, etc. Estos dos estados de habituación y novedad son determinados por la biología. A medida que transcurre el tiempo, hay una transición neuroquímica natural de la pasión al confort.
El entorno o las normas sociales adaptan nuestro comportamiento sexual para hacerlo socialmente aceptable. Existe una monogamia social (se trabaja en equipo para criar a la descendencia). No obstante, esta no correlaciona con una monogamia sexual. Se estima que de un 10 a un 40% de niños tienen un padre distinto al que se cree que es su padre, poniendo de manifiesto que la monogamia sexual y la social difieren.
El divorcio es universal, se ve en todas las culturas. La media de duración de los matrimonios es de 2 a 4 años que coincide con la edad en la que los niños necesitan un alto grado de cuidados.
Hay una tendencia de los humanos de ser monógamos en serie (ir de pareja en pareja).
Por tanto, aquí nos encontramos con una cuestión debatida: ¿Existe el amor para toda la vida?
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
Comentarios
Publicar un comentario