Había una vez, un rayo de energía perdido en el universo infinito que sentía envidia de los seres inertes que había en la Tierra.
Dios, la vio, se compadeció y le preguntó: “¿Qué quieres ser?” Y respondió: “papel”.
“Dame un motivo” dijo Dios.
La materia contestó: “La gente hace barcos de papel y me gustaría navegar en su fantasía”. Entonces, apareció en un pupitre, junto con niños jugando a navegar. Sin querer, una ráfaga de viento, lo empujó por la ventana y se cayó en un charco de agua, deshaciéndolo.
Dios, apareciendo de nuevo, le volvió a preguntar:
“Esta vez ¿Qué quieres ser?” Y respondió: “Tijeras”.
“Dame un motivo” dijo Dios.
El rayo contestó: “…pues me gusta ayudar a la gente a cortar lo que no quiere en su vida (por ejemplo, me gustaría ayudar a alguna mujer a verse mejor, cortando sus cejas peludas)”.
No obstante, apareció en las manos de un jardinero y lo que ayudaba a cortar no eran cejas, eran flores. El rayo en forma de tijeras empezó a llorar y a llorar….pues no quería quitar la vida de ningún ser.
Dios mirándola con cara de desespero, nuevamente, le volvió a preguntar:
“Y ahora ¿Qué quieres ser?” Y respondió: “Piedra”.
“Dame un motivo” dijo Dios.
El rayo contestó, quiero ser piedra para ser fuerte.
Entonces, apareció en un camino y un niño la vio y, con malicia, la chutó. Como el rayo, estaba hecho de un material fuerte, ni se inmuto. Estaba conforme con la decisión de ser este elemento y siendo piedra se iba a quedar. Dios no apareció nunca más.
Moraleja: la gente cambia con el paso del tiempo, a veces, porque no queda más remedio (cualquier crisis ofrece un buen momento para el cambio. La palabra crisis significa, también, oportunidad) y, a veces, cuando es el momento correcto (lo que yo llamo “el despertar”, el darse cuenta de una limitación y poner esfuerzos en mejorarla). Supongo que cambiar no nos resultará tan fácil como el rayo de energía, ni tenemos evidencia de que ningún dios nos escuche, ni que nos dé respuesta pero, tener la disposición de cambiar, favorece todo cambio. La creencia del “no puedo cambiar” es limitante y nos impide dirigirnos hacia nuevos objetivos y metas.
Y colorín colorado...
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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