Se han asociado experiencias emocionalmente negativas con un exceso de ingesta, mientras que las emociones positivas como la alegría aumenta el placer de los alimentos y correlaciona con elección de alimentos más sanos. El enfado y el miedo aumentan la ingesta compulsiva de comida y el consumo de comida procesada, en general el estrés aumenta el consumo de alimentos energéticamente densos y disminuye el consumo de frutas y verduras.
Habría que diferenciar cuando se come de forma impulsiva (sensibilidad a la recompensa y poca capacidad de inhibición de la conducta, hedonismo, me como cierto producto porque me gusta mucho) y cuándo de forma compulsiva (para disminuir un malestar, por reforzamiento negativo).
La conducta compulsiva la desencadena un estado aversivo interno (como situaciones que generen estrés o miedo por ejemplo), razón por la cual se necesitaría un psicólogo para ver qué está reforzando la conducta y cómo gestionar mejor las emociones.
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