Seguramente, todos hemos pasado por alguna situación en la que hemos aceptado una información falsa porque era lo que queríamos oír. Vamos a reflexionar sobre el mecanismo de selección (emocional) e indagar en cuál fue la ganancia y cuál el coste.
Paula estaba saliendo con un chico. Lo encontró por una app típica para conocer a gente, “Adopta un tío”.
Ningún otro le llamó la atención, cuando vio su foto y habló 4 frases con él, notó que había feeling, así que decidió, sin pensarlo mucho, quitarse la app (“adoptarlo”).
Tuvieron buenas citas. El chico le dijo que le interesaba para algo más que sexo. A Paula, le gustó oír eso porque hacía tiempo que no tenía la ilusión de conocer a alguien. Volvió a sentir las mariposillas en el estómago.
No obstante, a pesar de sus bonitas palabras, decía estar siempre ocupado, pues le encantaba jugar al básquet y le gustaba pasar el tiempo con sus amigos de toda la vida. Paula era comprensiva, aceptó su afición y su necesidad para estar con otras personas.
La verdad, con el tiempo, salió a la luz: no invertía su tiempo solo con sus amigos o con su deporte favorito, ya que ocupaba su tiempo con otras chicas.
¿Cuál fue la ganancia? Mantener la autoestima a un nivel adecuado; fantasear con una posible relación; vivir emociones positivas asociadas. Paula prefirió pensar que estaba ocupado con sus amigos y mantener la autoestima alta (no quería pensar que la trataba como otra más, sin valor). Prefirió pensar que lo que le decía era cierto, que era una mujer valiosa que necesitaba amor y él iba a dárselo. Prefirió soñar e ilusionarse porque le gusta lo romántico y lo peliculero. Prefirió pensar que alguien estaba interesado en ella por su necesidad de conectar con otra persona a nivel profundo, pues quería enamorarse.
¿Cuál fue el coste? Al abrir los ojos, al enterarse de la situación real y bajar de la fantasía montada por su cabeza, le vinieron un sinfín de emociones negativas: estrés, frustración, rabia, tristeza…un cóctel que le hizo sentir muy mal consigo misma. Aparecieron sus miedos, inseguridades a la hora de conocer a otra persona, le bajó la autoestima y apareció su cognición estrella “soy tonta” con el añadido “de remate”.
Muchas veces, optamos por aceptar una información falsa porque es lo que queremos oír, hay ganancias en ello y el coste, como bien dice la palabra, es costoso y solo lleva a sufrimiento.
Y tú, ¿Qué prefieres: una realidad amarga y asumir el coste de la información verdadera o una irrealidad dulce, ganar autoestima y ciertas emociones positivas asociadas?
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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