Pensar que la mujer es un sujeto pasivo y poco competitivo es erróneo.
La competencia de las mujeres toma dos formas principales: autopromoción (promoción de la juventud y atractivo físico, rasgos preferidos por los hombres) y humillación (critica de la edad, apariencia y carácter de sus oponentes).
No obstante, la competencia surge dependiendo de la autoestima que tenga la mujer. Las mujeres atractivas y de alto status están menos motivadas para invertir en otras mujeres que representan una competencia potencial. En consecuencia, una mujer de baja autoestima e insegura intentará distinguirse o promocionarse a sí misma amenazando a otras mujeres.
No necesitamos competir con otras mujeres sino, en última instancia, debemos competir contra nosotras mismas, contra lo que pensamos de nosotras mismas.
Si pensamos que las demás mujeres son una versión de mujer mejor, más bonita, más inteligente, más…nos relacionaremos con otras mujeres con actitud amenazante.
Si aceptamos que cada una de nosotras es de una manera y no necesitamos pisar a nadie para obtener recursos (el hombre que nos gusta); vivimos sin la ansiedad de competir y solo ser nosotras (vivir solo en modo amenazante es agotador). Es entonces cuando, dejamos atrás la competencia y podemos tener una amistad sana entre mujeres.
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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