Cuando nos alejamos de la ciudad y pasamos unos días en la naturaleza, ¿Quién no se siente en conexión con ella?
El tiempo no existe (no estamos pendientes del reloj), el estrés de un mundo inventado por mentes humanas se aleja y conectamos con nuestra biología más primaria: comemos disfrutando más de la comida; dormimos lo que necesitamos sin poner alarmas; nos importa poco llevar el pelo despeinado y la cara maquillada; y a alguno le gustará ir con los pies descalzos (que acaba convirtiéndose en una indígena de la tribu de los pies negros o marrones mínimo).
Pienso que todo podría ser mucho más sencillo de lo que es si solo nos dejásemos influir por lo natural, si no distorsionáramos el mundo tal y como es. Si paramos un momento a reflexionar, en muchas ocasiones, a la vida, le añadimos un sinfín de exigencias y creencias irracionales sin sentido. Sufrimos porque pensamos que tenemos que ser productivos siempre; además de ser unos cracks en todos los ámbitos.
Si observásemos el resto de la naturaleza, observaríamos que ningún ser vivo está como nosotros. Ellos no sufren de úlceras por estrés, ni sufren por creencias irracionales o por pequeños problemas diarios. No se plantean si lo que hacen está bien o mal, simplemente, lo hacen: comen, duermen, se relacionan con otros…y esta es su existencia.
Deberíamos aprender de ellos, no pensar tanto y mal; disfrutar y agradecer nuestra existencia.
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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