La autoestima no se construye por arte de magia, sino que se define mediante nuestros pensamientos diarios, la toma de decisiones (objetivos a corto y largo plazo), las conductas que hacemos (para llegar a ellos) y logros ( la satisfacción de metas). ´
Esto nos lleva a la maravillosa conclusión de que: la autoestima no es algo estático y fijo, sino algo sobre lo que podemos trabajar en nuestro beneficio.
No obstante, el término trabajar queda lejos de la absurda y dañina mensajería positivista del tipo: “Eres válido y suficiente para quererte” o “Hoy es un buen día para empezar a quererse.”
Este tipo de mensajes no hacen más que dañarnos, ya que invitan a caer en el conformismo y nos invalida para luchar por aquellas cosas que queremos conseguir por afirmar que uno debe aceptarse tal y como uno es. Nos animan a ponerle un parche a nuestras áreas de mejora, a desatenderlas mirando a otro lado y a taparlas con una simple y forzada sonrisa: “no pasa nada, no haremos nada, repetiremos en bucle dichas frases positivas cada día, nos las creeremos e intentaremos ser felices tal y como somos, sin mover ni un dedo”.
Tenemos que ser conscientes que uno siempre puede mejorar, aprender y capacitarse, lo que no quiere decir que si, a veces, no se logra lo que se pretende sea motivo para deprimirse o para autocastigarse.
La resignación paraliza, bien, no optemos por ella, decantémonos por la responsabilidad activa. Debemos poner acción cuando podamos para mejorar aquello que no nos hace bien y dejar de recurrir a mensajes wonderfulistas para dejar de culparnos y sentirnos mejor.
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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