Algunas investigaciones del tema
señalan que cerca del 90% de las mujeres que llegan a
España empiezan trabajando en el servicio doméstico como internas dentro del
cuidado de personas mayores. Porque las empleadas de hogar como cuidadoras
ofrecen ciertas ventajas en comparación con las empresas que se dedican a las
tareas de cuidados personales.
Las características laborales del servicio
doméstico permiten una mayor flexibilización de horarios, una adecuación entre
el tiempo de atención y el desarrollo de las tareas domésticas y la presencia,
mediante la modalidad de “interna”, de una cuidadora permanente que esté
pendiente de las necesidades del mayor durante 24 horas diarias.
La provisión
de cuidados por empresas privadas tiene un coste económico tan elevado que
pocos presupuestos familiares pueden soportar. Además, la frecuencia y el
tiempo de cuidados que ofrecen no llegan para cubrir las necesidades de la
población dependiente.
Tal y como señalan diversos
estudios ya clásicos en el campo de las migraciones a España la inmigración
latinoamericana está asociada a inmigración femenina, con la particularidad de
que son las mujeres las que encabezan el proyecto migratorio convirtiéndose en
jefas de hogar. Ellas son las que comienzan la migración aunque el proyecto
migratorio sea una decisión familiar) generalmente a través de una serie de
redes de apoyo generadas en el país de recepción (Oso, 1998).
Ello hace pensar
que si las mujeres latinoamericanas que llegan a España lo hacen como
protagonistas individuales de un proyecto migratorio, van a buscar un trabajo
remunerado. Si las posibilidades del mercado formal son escasas, en parte,
debido a su inestabilidad jurídica, entonces participarán de la economía
sumergida, cuya representación mayoritaria para las mujeres es el servicio
doméstico.
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