Es
época de elecciones y de hablar de democracia, de partidos, de políticos, de
honradez, de justicia… pero y ¿dónde están
las mujeres en todo este engranaje?
La
democracia nace en las antiguas polis griegas, donde para ser ciudadano tenías
que ser: hombre, libre y descendientes de padres atenienses, tres cualidades
que excluían a mujeres, esclavos e inmigrantes. No fue hasta el siglo XIX que las mujeres pudieron acceder a la
condición de ciudadanas, quedando aún un largo camino para la igualdad
formal de la mujer y el hombre. Fue gracias al trabajo y la lucha de muchas
mujeres, las llamadas “sufragistas” y lo que sería denominado más adelante cómo
la primera ola del movimiento feminista, movimiento
que buscaba lograr los derechos de ciudadanía (derecho a voto y a
representación parlamentaria) y los derechos educativos para las mujeres.
Destaca la sufragista Emmeline Pankhurst, quien declararía que “Prefiero ser
una rebelde a una esclava”.
Poco
a poco y gracias a la lucha de muchas mujeres, el voto femenino fue
convirtiéndose en un hecho en la mayoría de países, el primero, en Nueva
Zelanda en 1893 (aunque no podían presentarse a las elecciones). En Europa, fue
Finlandia el primero en incorporarlo en 1907, siendo el primer país con
representación parlamentaria femenina del mundo. Entre los años 20 y 30 del
siglo XX, la mayor parte de países Europeos incorporaron el sufragio femenino y
a lo largo de todo el siglo se ha ido extendiendo por todo el mundo. El
último en hacerlo, Arabia Saudí que aprobó en 2015, por primera vez en su
historia, que las mujeres pudieran votar y presentarse como candidatas en las
próximas elecciones.
Sin
embargo, la presencia de las mujeres en los órganos de poder sigue siendo muy
limitada. Solamente se contabilizan 70
primeras ministro o presidentes en el mundo desde 1960. Algunas son
Sirimavo Bandaranakike en 1960 en Ceylon
(ahora Sri Lanka), que fue la primera mujer en el mundo en ser elegida para
estar al frente de un gobierno o Golda Meir en 1969 que fue la primera mujer
primer ministro en Israel. En la
actualidad, encontramos a Ángela Merkel en Alemania, quien fue nombrada persona
del año por la revista TIME en 2015 (la
primera mujer en 29 años) o Hilary Clinton como candidata a la presidencia de
Estados Unidos. Sin embargo, aún queda mucho que hacer: las mujeres solamente suponen el 22% de los parlamentarios a lo largo
del mundo, pese a que este porcentaje se haya doblado en los últimos veinte
años.
Si
ponemos el foco en la composición de los parlamentos, observamos que solamente hay 11 países en el mundo con más
del 40% de mujeres parlamentarias: Ruanda, con el porcentaje más alto de
parlamentarias (53%); Andorra, Cuba, Seychelles, Finlandia, Sudáfrica,
Países Bajos, Nicaragua e Islandia. España se sitúa en el puesto 16, con el 36%
de mujeres parlamentarias, y Estados Unidos en el 91 con tan solo el 16,9%,
por detrás de países como Afganistán, Etiopía o Nepal. Por el contrario, son siete los países
donde no hay ninguna mujer parlamentaria: Arabia Saudí, Islas Solomon,
Kuwait, Nauru, Palaos y los Estados Federados de Micronesia, y Qatar. Esto
quiere decir que muchas veces que en las decisiones que se toman no se tenga en
cuenta la opinión de las mujeres o la perspectiva de género. Para hacernos un
idea, por ejemplo, en Francia la política está dominada por varones blancos de
más de 50 años, que representan solamente el 15% de la población del país. Lo
que ejemplifica la dinámica dominante: la política se hace por
hombres y para hombres.
(Continuará...)
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Datos sacados de:
“Women in politics. Let’s make HERstory!” (2016) The A Factor (http://www.theafactor.org/) Disponible en: http://www.slideshare.net/asalvaire/women-in-politics-lets-make-herstory
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