Por Natalia Mosquera García (Colombia)
Fanón (1973), planteó en la
página 8 de su obra, “Piel negra, máscaras
blancas”:
Más adelante afirma…,
“El negro es un hombre
negro: es decir, que al calor de una serie de aberraciones afectivas, se ha
instalado en el interior el universo del que bueno será hacerle salir”
(Op. Cit. )
De la cita, me llama la
atención dos aspectos principalmente, por un lado la afirmación de “….que
el negro no es un hombre…”, y por otro lado, que el negro en tanto
hombre, se encuentra en un universo que no le es propio, por lo que sería “bueno
hacerle salir”.
En mi interpretación, del
texto, considero que Fanón (1973), ubica lo que él considera el hombre negro,
en una dialéctica entre la negación y la afirmación, negación que pasa por eso
que él llama la “zona de no-ser” y por ese universo creado por el hombre
blanco, en el que el hombre negro debe blanquearse, ¿para ser hombre
Afirmación, en tanto,
establece un surgimiento, en la “zona de no-ser”, es decir en ese
mundo donde se le negó la existencia misma al hombre negro, y en donde podría
nacer la semilla para la “nueva humanidad”.
En este sentido y según mi
interpretación, el blanqueamiento del hombre negro, implica per sé su
realización existencial como hombre, es decir como “macho, blanco, burgués,
heterosexual” (Lugones -2004-. pp 61), así, argumento que, la crítica
de Fanón al blanqueamiento de la raza negra y la configuración de las
mascara blancas, en el espacio del “no-ser”, así como la metáfora del
velo y la doble conciencia de Dubois, a través de la cual plantea que el negro
siempre tiene la sensación de “mirarse a sí mismo a través de los ojos de los
demás”, de “medir el alma de uno por la cinta de un mundo que lo mira con
desprecio y compasión divertida” (W.E.B, 1903); están inmersas en una
perspectiva que no solamente incluye la cuestión racial, sino que el
blanqueamiento y la doble conciencia entrelazan la construcción colonial del
hombre blanco.
Ahora bien, tanto Fanon,
como Dubois, se posicionan desde la construcción del “hombre negro”, lo que
viene hacer criticado desde el feminismo de mujeres de color de los estados
unidos y de los movimientos feministas negros que surgen en América Latina y
otras partes del mundo.
Lugones (2004). pp 61.
Porque el racismo no es una
manera de ver las cosas, no es un fantasma ni creación de los mismos negros o
negras, el racismo es una realidad que nos golpea la cara todos los días, es el
prejuicio, el maltrato, la vergüenza, y el conformismo… Es el desprecio a la
diversidad de la que somos parte como latinoamericanos, y que por siglos nos
han hecho renegar.
Levantar la voz en lugar de
hacernos observadores inertes de las desigualdades, dejándonos cargar en el
carril del racismo y endorracismo, no es resentimiento, y mucho menos
“auto-racismo”, es hacer visible lo incorrecto y actuar acorde con lo que somos
en realidad (Jessica Cueto -2015-. ¿La racista soy yo?).
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